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Paqui Parra, a la izquierda, en la mesa de inscripciones de la Marcha Rosa.
"Antes la palabra cáncer era tabú, se decía que alguien tenía 'una cosa mala'; ahora lo decimos sin miedo"

"Antes la palabra cáncer era tabú, se decía que alguien tenía 'una cosa mala'; ahora lo decimos sin miedo"

Paqui Parra es delegada del voluntariado de AOEX en la localidad, mientras continua su lucha contra el cáncer de mama y a la vez que trata de ayudar a otras personas que lo padecen y transmitir un mensaje de apoyo y optimismo

Juan Carlos Zambrano

Sábado, 29 de octubre 2016, 10:51

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Hace tres años, en una revisión rutinaria, le detectaron un cáncer de mama y tuvo que ser sometida a una mastectomía. Pasó luego por un largo tratamiento que la sumió en la depresión. Entonces conoció la actividad de la Asociación Oncológica Extremeña y decidió juntar a las fuentecanteñas que estaban pasando por lo mismo para formar un grupo de apoyo. Desde entonces su actividad no ha parado: la penúltima, la Marcha Rosa que logró congregar hace unos días a más de 1.600 personas para enviar un mensaje de acompañamiento y también de esperanza a quienes padecen cáncer y a sus familiares.

-¿Cómo descubrió que padecía cáncer?

-En una revisión rutinaria. Vieron algo raro y me mandaron una biopsia. Cuando fui a recoger los resultados no los encontraron. Y al día siguiente, a mediodía, me llamaron por teléfono y así, de sopetón, me dieron la noticia: siento comunicarle que tiene cáncer.

-¿Cuál fue su reacción?

-Pues será que la forma de comunicarlo fue tan brusca que no reaccioné, que quedé en shock, sin saber muy bien qué hacer. Tampoco tuve mucho tiempo para pensar. Inmediatamente me enviaron a Badajoz, y tras nuevas pruebas, el cirujano me dijo que me iban a amputar el pecho.

-¿Y le comunicaron cuál era la expectativa tras la operación?

-No, no, me explicaron la operación y poco más. Fue después, el oncólogo, cuando me explicó el tratamiento, el que me dijo que habían cogido el cáncer a tiempo y que con la quimio había muchas garantías.

-Entonces empezó la quimioterapia.

-Sí, me han dado 16 sesiones de quimio y 14 de anticuerpos. Terminé en julio de 2015. Ahora voy a revisión cada tres meses y en la última me han detectado algo en el otro pecho que tienen que valorar.

-¿Tiene miedo de lo que pueda pasar?

-La verdad es que no me como el coco pensando en qué pasará, es inútil. Cuando me lo detectaron fue una sorpresa, así que ¿qué razón hay para que ahora viva pendiente de eso? Nunca me he preguntado, como pasa con otra gente, ¿por qué a mi? Me tocó y punto, no hay que darle más vueltas.

-¿Cómo toma contacto con la AOEX?

-Como le he dicho, cuando me dieron el diagnóstico no reaccioné. Fue después, cuando me operaron y empecé el tratamiento cuando empezó lo malo. La quimio te machaca, te deja sin fuerzas ni ganas para nada, y creo que, psicológicamente, es peor aún el que te amputen el pecho que el propio diagnóstico. En una de las visitas el oncólogo me dijo que si necesitaba apoyo psicológico y le dije que sí. Creí que la psico-oncóloga sería de la Seguridad Social y luego supe que no, que era de la asociación.

-Y se integró en AOEX

-Fui conociéndoles. Hace dos años se organizó un desfile de moda para recaudar fondos y además conocimos a la presidenta de la asociación en Llerena y al grupo de Monesterio. La psico-oncóloga nos propuso crear un grupo de voluntarias aquí, ya que éramos unas cuantas las que participábamos en los actos y nos conocíamos, y así surgió. El año pasado hicimos un curso de voluntariado y luego hemos organizado las dos marchas, el stand en la Chanfaina, charlas

-¿Qué importancia tiene el apoyo familiar en estos casos?

-Fundamental. Si no sientes su apoyo te encuentras muy sola. La familia tiene que ser paciente, porque cuando estás pasando la enfermedad se mezclan muchos efectos, el psicológico de la enfermedad, en mi caso la amputación, el tratamiento que te machaca y te deja sin fuerzas ni ganas, tu cuerpo experimenta muchos cambios, tu vida da un giro tremendo Todo eso es difícil de asimilar, y muchas veces estás irritable o demasiado cansada para prestar atención a nada, y eso lo tiene que asumir y entender quien está alrededor.

-¿Y el social, el del entorno?

-También es muy importante. En eso ha cambiado mucho la conciencia de la gente. Antes era algo que se ocultaba, la palabra cáncer no se mencionaba, la gente moría de una cosa mala, se encerraba en casa y ya está. Recuerdo muy bien cuando lo tuvo mi madre. Nadie comentaba, nadie sabía, nadie decía. Nosotras no entendíamos nada porque todos evitaban hablar de lo que pasaba. Quizá por haber pasado por eso yo lo veo al revés. A mi no me da miedo decir que tengo cáncer, y creo que es bueno que salgamos, que se nos vea, que la gente sepa, que hablemos de nuestra evolución.

-¿Qué ha supuesto para usted estar en la asociación?

-Sobre todo, hacer lo que le acabo de mencionar: normalizar la situación de los que luchamos contra la enfermedad. Poder compartir tu experiencia con otra gente y poder ayudar a quien la padece. Nosotras hablamos mucho del tema, bromeamos con lo de cada cual, lo hacemos lo que es, algo cotidiano con lo que tenemos que vivir.

-¿Qué le diría a quienes se les haya diagnosticado hace poco y a sus familias?

-Que no se rindan, que de esto se sale. Es un camino largo, a veces muy penoso, pero que tiene fin. Hay que tomárselo como un paréntesis en tu vida. Y por supuesto, que pasen las revisiones, que una detección a tiempo evita muchas consecuencias. Pero sobre todo, que planten cara y lo afronten con optimismo, como una prueba a superar para hacerse más fuertes.

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