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Oficina de Banca Pueyo donde ocurrieron los hechos.
“Los atracadores estaban muy nerviosos y temimos que pudiesen hacer cualquier barbaridad”

“Los atracadores estaban muy nerviosos y temimos que pudiesen hacer cualquier barbaridad”

El director de la Banca Pueyo y el cliente sorprendido durante el asalto relatan los peores momentos de su vida

Juan Carlos Zambrano

Sábado, 30 de abril 2016, 08:51

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Faltaban pocos minutos para las dos de la tarde, hora en la que la oficina concluye su horario de atención al público. Dos personas llamaron al timbre. Nadie sospechó nada raro. Estaban de espaldas, con un paraguas y cubiertos por la capucha del anorak, pero es que en ese momento llovía mucho. En ese momento se encontraban en la sucursal el director José María; dos empleadas, Paqui y Susana, y José, un cliente de última hora.

En cuanto se les franqueó la entrada, uno de los atracadores exhibió una escopeta de cañón recortado y apuntó a una trabajadora y al cliente. Los dos llevaban la cara tapada, solo se les veían los ojos, indica José, y añade: Solo dijo quietos, no os mováis, mientras nos apuntaba. Al mismo tiempo, su cómplice, más delgado, se metió tras el mostrador y comenzó a coger los billetes que había a la vista y a guardárselos en los bolsillos.

Fueron apenas cinco minutos. Al ver que nadie se movía, el atracador armado (el otro no llevaba armas, o al menos, no las mostró) también fue tras el mostrador a recoger billetes. Se me hizo eterno. Estaban muy nerviosos y temíamos que en cualquier momento al de la escopeta se le fuese el gatillo.

Sobre lo que pasó por su cabeza, José recuerda: en lo único que pensaba es en qué pasaría si en ese momento alguien llamaba al timbre, o si un municipal, como ocurre muchas veces, intentaba entrar para preguntar por el dueño de algún coche mal aparcado. Por fortuna, nada interrumpió el trabajo de los atracadores, que emprendieron la huida.

Tras hacerse con todo lo que había a la vista, los atracadores se marcharon. Aquí, tanto el director como el cliente-testigo, coinciden en un hecho chusco: al salir a uno de los asaltantes se le cayeron varios billetes, y cuando se agachó a recogerlos, se le cayeron varios mecheros, cuatro o cinco, que están en manos de los investigadores.

Luego, emprendieron la huida por la calleja del Casino, y el director salió a ver qué dirección tomaban y si podía ver si había algún coche esperando. A mitad de la calle se le volvieron a caer a uno varios billetes y de nuevo se pararon a recogerlos, comenta.

Después, doblaron por la calle Nicolás Megía. Una testigo asegura que uno de ellos resbaló y cayó al suelo durante la huida. No se sabe en qué coche huyeron ni si había un tercer cómplice esperándolos, pero todo hace suponer que tenían un vehículo en la calle Misioneros.

Aunque la Guardia Civil acudió en pocos minutos y trató de controlar las salidas, no pudo localizarles. Era tarea complicada dado que desde esa calle se accede con rapidez a la carretera de Medina, y desde ahí a la N-630, A-66 o cualquiera de las vías de comunicación con localidades vecinas.

Que se sepa, hasta el momento no hay nuevos datos de la investigación.

En cuanto a la cantidad sustraída, algunas fuentes hablaron en principio de entre 5.000 y 6.000 euros. Desde la Banca Pueyo no se ha querido precisar la cantidad, aunque se asegura que lo dicho no se corresponde con la realidad, sin precisar si era más o menos. Sí parece cierto que pocos minutos antes del atraco se había depositado dinero en la caja fuerte, lo que evitó que l botín fuese mayor. También parece probado que los asaltantes eran españoles.

La noticia corrió rápidamente por la localidad, sobre todo a través de whatsapp, dando lugar a todo tipo de versiones de lo ocurrido. Mientras, los responsables de seguridad de la entidad acudían a Fuente de Cantos para apoyar la investigación.

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