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Daños en la Puerta del Perdón de la parroquia.
Alertan del estado de deterioro de 23 edificaciones de interés histórico o patrimonial

Alertan del estado de deterioro de 23 edificaciones de interés histórico o patrimonial

El cronista oficial recuerda al ayuntamiento que su obligación es restaurarlas u obligar al propietario a hacerlo

Juan Carlos Zambrano

Lunes, 8 de agosto 2016, 17:24

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No pretende ser, lo advierte de entrada el cronista oficial de la localidad, el historiador Felipe Lorenzana, un catálogo exhaustivo, sino más bien un toque de atención a las autoridades municipales, para que frenen el deterioro progresivo de muchas edificaciones del centro de la localidad.

Por eso se toman 23 referencias, que corresponden a los casos más señalados, bien por su interés histórico o arquitectónico, por estar incluidos en la relación de Bienes de Interés Cultural o por estar situados en áreas de especial interés patrimonial.

Cierto es que varias de ellas no amenazan ruina, pero podrían llegar a esta situación de aquí a poco si no se acometen las obras necesarias, reza la memoria.

Los casos más señeros, por su interés histórico, serían la Puerta del Perdón de la Iglesia Parroquial, y la fachada de la iglesia del antiguo convento de San Diego. En el primer caso, están proliferando plantas que enraízan en el recubrimiento de la fachada, provocando su deterioro, y hay varios puntos donde este recubrimiento se ha desprendido, dejando al aire el ladrillo o la piedra. En el segundo, han aparecido grietas y desconchones que recorren la cornisa y cada vez son más visibles.

Pero hay más. Podría decirse que hay un segundo grupo que está constituido sobre todo por casonas señoriales, de interés histórico y arquitectónico cuyo estado de conservación es deplorable. Ahí se incluiría el edificio del número 2 de la calle Nicolás Megía, con el exterior comido por humedades, grietas y desconchones. En la misma calle, más arriba, la parte superior de la fachada del colegio San Francisco Javier también presenta un aspecto muy deslucido, con manchas y desconchones.

Lo mismo cabría decir de la casa familiar de Zurbarán, ubicada en la plaza de Manuel Carrascal, donde tanto la fachada principal como la que da a la calle Martínez muestran los avances del abandono.

No es mejor el aspecto que presentan las fachadas de las casonas ubicadas en los números 14, 27 y 31 de la calle Martínez, con humedades, profundos desconchones, balconadas dañadas y falta de elementos del recubrimiento exterior.

Un tercer grupo lo constituyen las casas ubicadas en la zona de protección que marca la declaración de Bien de Interés Cultural o próximo a ésta y cerca de edificios históricos. Aquí el cronista cita los edificios de los números 4 y 6 de la calle del Carmen, cuyas fachadas han perdido el revoco en una amplia franja, dejando al aire el ladrillo y la piedra; el del número 1 de la calle Llerena, en el lateral de la farmacia, que no solo presenta daños en la fachada, sino que cuenta con aparatos de aire acondicionado y señales publicitarias poco ajustadas al entorno, o la Casa del Pueblo, en el número 38 de la calle Misericordia y que da sensación de ruina.

También figura en esta nómina, cómo no, el edificio de los números 4 y 6 de la calle Pizarro, en ruinas, sin techumbre y que da la impresión de que puede venirse abajo en cualquier momento; el solar de la plaza de la Cruz, junto a la residencia de ancianos; dos edificaciones en la plaza del Sol, sin techumbre y en riesgo de desplomarse, y la casa del número 7 de la calle Frailes, igualmente en deterioro extremo.

Otros inmuebles citados en la memoria por su aspecto de abandono y progresiva ruina son los de la calle Méndez Núñez, número 8; calle San Quintín, 6; calle Valencia 23; calle San Marcos, 2; calle Misericordia, 22, o calle Zorrilla, 3.

Riesgos

Apunta el cronista que la ruina progresiva de estas edificaciones no solo daña la imagen del casco histórico de la población, sino que en algunas ocasiones supone también un riesgo, inminente o a medio plazo. Así, señala: creemos que el ayuntamiento tiene la obligación de actuar, pues estas edificaciones suponen en algunos casos un peligro para el transeúnte y para las casas colindantes, y en otros casos afean el entorno urbanístico.

Por ello, insta al gobierno municipal a acometer la restauración, o a promover que quien sea competente lo haga, de los edificios patrimoniales de carácter público, sobre todos los citados parroquia y convento de San Diego, y también a obligar a los particulares a asumir las reformas en aquellos edificios de carácter privado.

Para ello, Lorenzana recuerda que el ayuntamiento cuenta con arsenal legal suficiente. Así, cita las normas subsidiarias, la Ley del Suelo y Ordenación Territorial de Extremadura y el Reglamento de Disciplina Urbanística.

En toda esta normativa, se recoge que los propietarios de edificios y solares tienen la obligación de mantenerlos en condiciones de seguridad, salubridad, ornato público y decoro, y que el ayuntamiento puede ordenar de oficio que se acometan las obras necesarias para ello.

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