j. c. z.
Lunes, 13 de noviembre 2017, 12:46
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Cada mañana, cada tarde, se repite el espectáculo: nubes negras formadas por miles de estorninos que parten o se aposentan en determinadas zonas de la población, especialmente en la plaza de la Constitución y su entorno, parque Zurbarán y cementerio, aunque ya han empezado a colonizar otras zonas. Una visión que inquietaría al mismo Hitchcock.
No solo es el infernal ruido que provocan, los excrementos que cubren tejados, mobiliario urbano, ropa puesta a tender o a los propios vecinos en muchas ocasiones. No es solo que estén causando daños en las cubiertas de los edificios, provocando inundaciones al bloquear con sus excrementos los canalones, destrozos en los árboles que mueren saturados de heces, accidentes por resbalones en las zonas tapizadas de esos mismos excrementos.
Esta plaga se ha convertido ya en un problema de Salud Pública. Por un lado, porque atenta contra el equilibrio mental de quienes residen en las zonas colonizadas, que confiesan que no pueden dormir ni trabajar por el continuo ruido; por otra porque la acumulación de excrementos se considera un factor de propagación de enfermedades como la alveolisis alérgica, ornitosis o salmonelosis, al contaminar incluso las fuentes y depósitos de agua.
Por ello, los vecinos han decidido tomar la iniciativa, y centenares de ellos ya han firmado un escrito dirigido a la directora general de Salud Pública, Pilar Guijarro. Son años ya de soportar un problema que va a más.
En el escrito se indica que el ayuntamiento tomó algunas medidas, como provocar detonaciones, colocar dispositivos que imitan el sonido del halcón y emitir por altavoces ruidos que pudieran asustar a los indeseados huéspedes. Todo ha sido en vano.
Además, se incide en que, al tratarse de una especie protegida, la Consejería responsable de medioambiente indica que no se pueden utilizar medios, digamos, más contundentes. Y es que los vecinos no piden que se elimine a los estorninos, sino que se faciliten medios para que se marchen del casco urbano y se asienten en el extrarradio.
Aluden para ello a las normativas sobre ruido y sobre salud pública, que, consideran, deben primar, puesto que lo primero es la protección de los ciudadanos.
Por ello, en el escrito se demanda a Salud Pública, como primer paso, que acuda a la localidad y constate la dimensión del problema, y en segundo lugar, que active medidas para solucionarlo.
Y es que consideran que la protección ambiental en ningún caso puede ser un motivo para poner en riesgo la salud y exponer a los ciudadanos a las enfermedades.
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