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La oscura historia de Navarrete Alcal, el guardia que 'liberó' a la localidad

La oscura historia de Navarrete Alcal, el guardia que 'liberó' a la localidad

El historiador Francisco Javier García analiza la trayectoria de quien se convirtió en protagonista de la represión franquista

j. c. z.

Lunes, 13 de noviembre 2017, 12:43

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El capitán Navarrete liberó a Fuente de Cantos del yugo marxista. O al menos eso rezaba una placa hoy ya retirada. Además, se otorgó su nombre a la principal calle de la localidad, lo que no fue óbice para que los fuentecanteños siguieran llamándola calle Llerena. El historiador Francisco Javier García, en las Jornadas de Historia, ha dibujado la personalidad de un personaje que no solo protagonizó una represión brutal en Fuente de Cantos y su entorno, sino que no dudó en aprovechar su lealtad para medrar económicamente y en la escala militar.

Su historia arranca cuando Ernesto Navarrete, gaditano, ingresa, con 17 años, en la Academia de Infantería de Toledo en 1912. Convertido ya en teniente de Infantería es destinado a la provincia de Cádiz antes de marcharse a África. Allí, en Larache, se cambia a la Guardia Civil, donde se cobraba bastante más. Es trasladado a Alburquerque y, ya en 1924, a Fuente de Cantos, donde se casa.

Aquí viene su primer tropiezo, ya que es procesado en consejo de guerra por maltrato a niños. Además, es trasladado a Malpartida de Cáceres. En 1929 asciende a capitán y se le traslada a Astorga en 1930. Como quiera que ya había acumulado un patrimonio relevante con actividades paralelas y no quería estar tan lejos de la familia, solicita pasar a supernumerario una especie de excedencia, y vivir en Fuente de Cantos. Coincide este hecho con la proclamación de la República, a la que jura fidelidad, pues seguía sometido a régimen militar.

Comienza a dedicarse a negocios de construcción, usando sus contactos e influencia, y en 1933 pide el reingreso, aunque no renuncia, pese a ser incompatible, a su actividad privada. Trasladado a Mérida, lo que le impedía atender sus negocios en Sevilla, logra que le envíen a la capital andaluza. Allí estaba cuando se produce la rebelión militar encabezada por Franco.

Mientras, en Fuente de Cantos, el 19 de julio, tiene lugar la matanza de la parroquia, donde afines a la República encierran a varias personas en el templo, para después prenderle fuego y disparar a quienes intentaban escapar, causando doce muertos.

Navarrete se incorpora a la columna de Asensio y llega a Fuente de Cantos el 2 de agosto. La represión es brutal: durante los tres meses siguientes son fusiladas, por el método del paseo casi 400 personas. Otro tanto ocurría en el resto de localidades de la comarca, donde se suman más de mil asesinatos en pocas semanas. Su actuación, en esta y otras gestas le vale no pocos reconocimientos y medallas, cuestionadas por algunos de sus mandos, asqueados de sus métodos y sus intrigas para hacerse notar.

Sí se frena, inicialmente, su ascenso, ya que la propia Falange denuncia que ha realizado actos de pillaje, además de exigir donativos cuyo fin no aclara y dejar deudas impagadas. Además, aprovechaba su posición para conseguir contratas para sus empresas.

Terminada la guerra, y de nuevo en Extremadura, Navarrete es denunciado de nuevo y ello le cuesta el traslado a Oviedo.

Sin embargo, sus pretendidos méritos militares, y sobre todo la fidelidad ciega al franquismo les permiten remontar e ir ascendiendo hasta llegar al generalato en 1957. Pasa a situación de reserva y así puede instalarse definitivamente en Fuente de Cantos, donde fallece en agosto de 1961, justo 25 años después de la brutal represión que organizó en esta localidad.

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