Juan Carlos Zambrano
Miércoles, 5 de octubre 2016, 11:59
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Pocos saben quién está detrás del toque que llama a misa de mediodía el día de la Patrona, y quién repica a fiesta cuando sale y llega la procesión vespertina. Joaquín Rodríguez nunca ha querido romper su anonimato. Sube al campanario con una silla infantil (apenas hay espacio), desconecta el toque automático y se coloca detrás de la espadaña, donde nadie le ve. Ahí toma los cables de las dos campanas principales y toca como oyó tocar desde niño. No en vano se crio a la sombra de la ermita de la Hermosa.
-¿Cómo y por qué empezó?
-Estaba acostumbrado a oir las campanas desde chico, en mi casa, y me gustaba mucho cuando subía Manolo el campanero el día de la Patrona. Los niños nos quedábamos embobados oyéndole. Un día de la Hermosa, hace más de 20 años, y ya cuando Manolo había fallecido, algunos críos empezaron a jugar con las campanas. Subí con mi tío Laureano, también aficionado a estos toques y me puse a intentar imitar el sonido que tantas veces había escuchado.
-¿Le gustó a la gente?
-Sí, a los pocos que sabían que era yo. Sobre todo a mi madre, que era la que me animaba a subir cada año, y también a las vecinas. Si sigo tocando es por mi madre, porque a ella le gustaba mucho oírme.
-¿Qué días toca?
-Si mi trabajo me lo permite, los días de la novena. Y siempre, el día de la Hermosa, para llamar a misa y para la salida y entrada de la procesión.
-¿Quién le enseñó?
-Nadie, intento reproducir el sonido que tengo en la memoria de tantos años, aunque claro, toco diferente.
-¿Qué distingue a cada una de las tres campanas?
-Visto desde mi posición, detrás de la espadaña, la de la derecha tiene un sonido grave, y es la que marca el ritmo, y la de la izquierda uno más alegre, para dar los repiques. La pequeña de arriba no se toca.
-Viendo cómo se llena la plaza de la Hermosa el día de la procesión, ¿le pone nervioso el temor a fallar?
-Hombre, nervios tienes, sobre todo al principio, porque no ensayo y quizá cuesta coger el ritmo. Pero también es cierto que como ni la gente me ve ni yo a ellos, me puedo aislar y tener más tranquilidad. Además, casi nadie sabe toco yo, muchos creen que es automático.
-¿Se ha planteado tocar otras campanas, por ejemplo las de la parroquia y en otras festividades?
-No. Las campanas de la parroquia no sabría cómo tocarlas. Como le digo, las de la Hermosa las toco de oído, según lo que escuché durante muchos años, las otras no me atrevería. En cuanto a tocar en otras fiestas, un día me dijeron que si podía tocar con ocasión de la visita del arzobispo. Dije que sí, pero finalmente no me llamaron.
-¿Le ha pedido alguien que le enseñe a tocar?
-No, creo que porque pocos saben que toco. Si me lo pidieran intentaría enseñarles, lo que pasa es que yo toco como recuerdo, no puedo explicar técnicas ni nada de eso.
-Cuando va por ahí y escucha campanas, ¿se para a escuchar y a valorar la calidad de los toques?
-Me paro a escuchar, sí, porque me gusta el sonido. Lo de valorar, no me atrevo, no soy nadie para eso. Además en pocos sitios se tocan ya manualmente, casi todas son automáticas.
-¿Hasta cuándo piensa seguir tocando?
-Seguiré siempre que pueda. Sobre todo el día de la Hermosa, por el recuerdo de mi madre y por cómo me animaba a tocar. Creo que es el mejor homenaje que puedo ofrecerle.
-¿Y aguantarán las campanas?
-Sí, claro que sí. Una de ellas se cascó y la repararon en el 85, siendo hermano mayor Santiago Díez. La otra está como el primer día. Aguantarán más que nosotros.
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