

Juan Carlos Zambrano
Viernes, 1 de enero 2016, 17:39
Francisco Javier Díez Garías, fuentecanteño de 43 años, y que estudió Ingeniería Aeroespacial en Estados Unidos, país en el que reside desde hace más de dos décadas, ha desarrollado un prototipo de dron (aeronave no tripulada, cuyo nombre proviene del inglés drone, es decir, zángano) que ha suscitado el asombro de la comunidad científica y técnica, y el interés de la Armada estadounidense, la conocida Navy.
Durante muchos meses, Díez Garías, especializado en mecánica de fluidos y que compatibiliza la docencia con la investigación en la Universidad de Rutgers (universidad estatal de New Jersey), analizó nuevas posibilidades para los drones, hasta dar con algo en lo que no se había pensado, y que pertenece más al género de la ciencia ficción: ¿por qué no diseñar una aeronave que pudiese también sumergirse y funcionar como submarino con las mismas prestaciones? Aprovechando sus conocimientos sobre el comportamiento de los fluidos, este ingeniero se puso manos a la obra, hasta crear el prototipo, bautizado como Naviator, y que se desenvuelve igual en el aire y en el agua.
Según señala, cuando presentó su prototipo en sociedad, hace unas semanas, los responsables de la Oficina de Investigación de la Armada Estadounidense se quedaron pasmados. Tanto es así que le han otorgado 618.000 dólares para que desarrolle este prototipo, una tarea que espera completar el próximo verano.
Para la presentación, el ingeniero extremeño, ayudado por Marco Maia y Parth Soni, estudiantes de la Universidad de Rutgers que han colaborado en el proyecto, hizo una demostración del Naviator en una de las piscinas de natacion de la Universidad. Allí, el dron sobrevoló la superficie para luego sumergirse y continuar desenvolviéndose con precisión y rapidez.
Según relata con orgullo partimos de la imitación a la naturaleza, puesto que hay aves que pueden sumergirse y peces voladores, pero en uno y otro caso, sus prestaciones fuera de su medio natural son limitadas. No ocurre así con el Naviator, que se desenvuelve de manera igualmente fiable en el aire y bajo el agua, por lo que puede decirse que hemos superado a la naturaleza.
MÚLTIPLES APLICACIONES
Por supuesto, por encima de lo llamativo de esta aeronave-submarino, lo que ha suscitado el interés de la Navy son sus aplicaciones prácticas. Díez indica que es un terreno aún por explorar, puesto que las posibilidades son casi infinitas. Sí se esbozan ya algunas que están muy claras.
Por ejemplo, el Naviator podría localizar minas submarinas con mucha más precisión, rapidez y seguridad que los medios actuales, ya que en este momento, según parece, se producen muchos falsos positivos, dada la cantidad de basura que hay en los mares. También en lo relacionado con usos militares, este dron sería capaz de partir de un submarino, emerger, tomar imágenes de la ubicación y movimientos de una flota enemiga, y volver a sumergirse sin ser detectado.
Pero no son solo usos militares. Otro campo abierto es que, por ejemplo, el Naviator podría hacer un seguimiento de los vertidos accidentales de crudo al mar, midiendo la extensión de la mancha, su trayectoria, el espesor del crudo en cada punto, y así ayudar a tomar las decisiones más eficaces También puede usarse para revisar los anclajes de plataformas petrolíferas marinas o los pilares de los puentes, sin arriesgar la vida de los submarinistas en esta tarea. Igualmente, sería capaz de revisar los tendidos de cable submarino, estudiar la parte sumergida de los puertos o el casco de los barcos, o localizar naufragios y apoyar el rescate Es decir, todo un abanico de posibilidades que podrían salvar muchas vidas, combatir desastres ecológicos o ahorrar mucho dinero en la detección inmediata de fallas en estructuras bajo el mar.
Por ejemplo, en el campo de los naufragios o la caída de un avión al mar, un grupo de Naviator se distribuirían para sobrevolar la zona del posible hundimiento, localizar los restos, sumergirse para ver a qué profundidad y en que estado se encuentran y también localizaría de manera mucho más ágil y rápida a posibles supervivientes. ¿Y qué decir de los tendidos de cable que atraviesan cientos de kilómetros en el océano? En caso de fallo, el Naviator sería mucho más eficaz en la localización del punto de la avería para guiar a los equipos de reparación.
PERFECCIONAMIENTO
Ahora, Francisco Javier Díez y su equipo trabajan en el perfeccionamiento del prototipo. En este sentido se les presentan dos desafíos principales que, según asegura el ingeniero, pueden ser solventados. El primero de ellos es que los drones se manejan por ondas de radio, y estas ondas tienen dificultades de transmisión bajo el agua. De hecho, en Youtube pueden verse drones que se sumergen en piscinas, pero, en primer lugar, la posición de las hélices es rígida, lo que impide aprovechar la ventaja de sustentación del agua para desplazarse más rápido, y en segundo lugar el alcance es muy limitado y el control poco fiable.
La solución aquí sería utilizar pulsos acústicos, que en el agua se transmiten con mayor nitidez, en vez de ondas de radio para controlar el dron.
El segundo es la limitación en cuanto al arrastre de carga. También se ve como superable, mejorando las prestaciones y la potencia del dron cuando se enfrente al medio acuático.
Una vía adicional de investigación es la relativa a la colocación en el Naviator de los sensores tanto para la captación de imágenes como para la activación del sonar, muy importantes para la Armada. No representaría ningún problema, el desarrollo actual de la nanotecnología posibilita que se incorporen al dron dispositivos de gran autonomía y de muy poco peso.
De momento, lo que ya ha conseguido es una repercusión mediática sin precedentes, puesto que alrededor de 6 millones de personas en todo el mundo han visto evolucionar este aparato a través de los videos difundidos en la red. Díez Garías se muestra sorprendido por este interés, ya que afirma que las investigaciones de Ingeniería no suelen tener tanto eco.
VIDA EN ESTADOS UNIDOS
Francisco Javier Díez Garías nació en Fuente de Cantos en 1972. Tras completar su primera etapa educativa en el colegio San Francisco Javier, marchó a Madrid para estudiar Ingeniería. De ahí se fue a Estados Unidos hace más de dos décadas para completar su formación y realizó estudios de Ingeniería Aeroespacial en las universidades de San Luis y Michigan.
En este último centro desarrollaría el doctorado y postdoctorado, iniciando su etapa como investigador. Fue en ese momento cuando decidió permanecer en Norteamérica, donde las posibilidades de desarrollo en el campo en el que se siente más cómodo son mayores, y los medios y conocimientos tecnológicos superan lo que puede obtenerse en cualquier parte del mundo. Está especializado en mecánica de fluidos y ha colaborado en investigaciones, entre otras agencias, de la NASA.
En 2005 llega a la Universidad de Rutgers (New Jersey) donde es profesor asociado de Ingeniería Mecánica y Aeroespacial. Además, dirige el Laboratorio de Investigación Aplicada a los Fluidos de este centro y ha publicado numerosos trabajos sobre su especialidad, que incluyen aprovechamiento energético del viento, propulsión espacial, sistemas de navegación marítima o nuevos combusibles.
Aunque ahora está centrado en este desarrollo, no por ello ha descuidado otras investigaciones, que incluyen sistemas de mejora del transporte que podrían revolucionar esta área, aunque aún es pronto para aventurar nada.
A PUNTO DE CUMPLIR 250 AÑOS
La Universidad de Rutgers, donde recaló Díez Garías hace una década, está situada en el pequeño estado de New Jersey, en la costa noreste de Estados Unidos. Aunque la ciudad más grande de este estado, Newark, apenas cuenta con 250.000 habitantes, New Jersey está rodeada por dos importantes megápolis muy próximas, Nueva York y Filadelfia.
Este centro universitario cuenta con gran prestigio en Norteamérica, ya que es la octava universidad más antigua del país, y está a punto de cumplir 250 años.
Dispone de tres campus: New Brusnwick, Camden y Newark, que dan cabida a un centenar de licenciaturas, otros tantos programas de masters y 80 programas de doctorado. Cuenta con 175 departamentos.
De entre todos, el de Ingeniería Mecánica y Aeroespacial es uno de los más prestigiosos, al contar con una 30 de científicos de todo el mundo que imparten las enseñanzas y a la vez promueven proyectos de investigación con aplicaciones a las necesidades de la administración y las empresas, y en los que, con frecuencia, participan los propios estudiantes como colaboradores.
De hecho, muchos graduados y doctorados han rechazado ofertas interesantes de la empresas privada para poder continuar vinculados a las investigaciones en este departamento, dado que allí cuentan con recursos y conocimientos que no existen en ningún otro lugar.
Esta es una de las razones que explica la permanencia de este fuentecanteño en la Universidad de Rutgers, donde ha encontrado un entorno idóneo para desarrollar sus proyectos e investigaciones.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.