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Esfera recuperada cerca de Fuente de Cantos.
Un regalo del cielo para la NASA en plena carrera espacial con la URSS

Un regalo del cielo para la NASA en plena carrera espacial con la URSS

El expediente T67-94769 desvela, medio siglo después, el extraño suceso acaecido en 1965 en las cercanías de Fuente de Cantos

Juan Carlos Zambrano

Lunes, 7 de marzo 2016, 19:25

Si atendemos al significado de OVNI (Objeto Volante No Identificado) puede asegurarse en rigor que lo ocurrido hace 50 años en el entorno de Fuente de Cantos fue un fenómeno OVNI. A las 20.55 horas del 6 de diciembre de 1965, varias personas presenciaron como siete objetos luminosos, cruzaban a gran velocidad el cielo en el triángulo formado por Fuente de Cantos, Montemolín y Llerena. La trayectoria que seguían era noroeste-sureste. Minutos después, un pastor que estaba cerca de Montemolín escuchó varias explosiones y vio caer un objeto en llamas en un lugar próximo a donde se encontraba.

A la mañana siguiente, el Ejército recuperó hasta 14 objetos en las cercanías de Fuente de Cantos y Montemolín, y también en Lora del Río, a 100 kilómetros de los primeros. Los objetos fueron entregados a técnicos de la Base Aérea de Talavera la Real, y después el Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA). Un mes después, el coronel Kennet L. Lueke, agregado militar de la Embajada de EEUU en España reclamó acceso a la investigación preliminar. Posteriormente, Estados Unidos pidió en préstamo los objetos para ser enviados a Norteamérica y ser examinados allí.

El jefe del Estado, Francisco Franco, autorizó personalmente el traslado con dos condiciones: que se le mantuviese informado de los avances y que los objetos fuesen devueltos en cinco semanas. En realidad fueron devueltos en mayo de 1967. Hoy no se sabe dónde están, se supone que en los almacenes del INTA.

Los objetos (entre los que había una esfera de 40 centímetros de diámetro y cinco kilos de peso encontrada en Fuente de Cantos, dos cilindros de 40 centímetros de largo y 20 de diámetro encontrados en Montemolín y tres esferas de 38 centímetros de diámetro y siete kilos de peso halladas en Lora del Río) fueron enviados al Batelle Memorial Institute, al que el Departamento de Defensa de Estados Unidos encomendó el análisis.

En junio de 1967 el Batelle terminaba su informe, denominado T67-94769, de más de 300 páginas, y que figura en los registros como de alto secreto. Así, en su portada se indica que está excluido de desclasificación por afectar a la Defensa Nacional de Estados Unidos.

Pero, ¿por qué tanto secreto? Ni siquiera, recuerdan los investigadores, el famoso caso Roswell, en el que se decía que Estados Unidos había recuperado el cuerpo de un extraterrestre, está sometido a este nivel de protección.

CARRERA ESPACIAL

El investigador valenciano Vicente Ballester Olmos, único civil que ha tenido acceso al T67-94769 casi medio siglo después, maneja una explicación. El incidente se produce a mediados de la década de los 60, cuando la Guerra Fría se centraba en la pugna entre Estados Unidos y la Unión Soviética por conquistar el espacio, exhibiendo el avance tecnológico como prueba de la superioridad de uno u otro bloque.

Los norteamericanos iban claramente por detrás en esta carrera: aunque John Kennedy en 1961 se había comprometido a llegar a la luna en una década, lo cierto es que cuatro años antes (octubre de 1957) los rusos habían construido ya el primer satélite geoestacionario (el famoso Sputnik I), y un mes después la perra Laika se convirtió en el primer ser vivo que llegó al espacio a bordo del Sputnik II. Los americanos respondieron creando la NASA y poniendo al científico Wernher von Braun (destacado colaborador de Hitler en el desarrollo de bombas volantes) al frente del proyecto Explorer.

No fue suficiente, en 1959 la URSS lanza la sonda lunar Mechta (rebautizada luego como Lunik I) que no llega a posarse en la luna por un fallo técnico, ese mismo año se lanza la Lunik II que se estrella en la superficie lunar, y poco después se lanza la Lunik III, que toma las primeras fotografías (un total de 29) de la cara oculta de la luna, en 1961 el ruso Yuri Gagarin se convirtió en el primer cosmonauta de la historia al viaja al espacio a bordo de la Vostok I

EEUU pierde una tras otras las etapas de esta carrera. De este modo, el incidente de diciembre de 1965 es tomado por los norteamericanos, literalmente, como un regalo del cielo. Desde el primer momento se sospecha que puede tratarse de algún ingenio espacial soviético.

Los servicios de espionaje de Estados Unidos tenían conocimiento de un lanzamiento de la URSS el 18 de marzo de 1965, casi nueve meses antes, luego los restos que cayeron sobre Fuente de Cantos y Montemolín no podían ser de esta nave.

Posteriormente se descubrió que había habido otro lanzamiento, este ultrasecreto, el 3 de diciembre de 1965, desde el cosmódromo ruso de Baikonur, para la sonda Lunik VIII. Los restos caídos el 6 de diciembre formaban parte del cohete de impulsión, un modelo SL-6, del que los rusos habían perdido el control.

Por eso los americanos se apresuraron a hacerse con los restos: era una ocasión inmejorable de estudiar la tecnología espacial de su rival y, por qué no, copiarla.

Ballester Olmos descarta las teorías y mitos que crecieron ante el secretismo de este suceso. La explicación de por qué permanecía como excluido de desclasificación, es decir, en teoría inaccesible para el público puede ser más simple: al dejar de ser considerado estrictamente un caso OVNI, el informe T67-94769 quedó en una especie de limbo: ni estaba clasificado ni desclasificado. Así ha permanecido medio siglo.

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