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Clemente Silva.
Cuando suena la Banda (en recuerdo de Clemente Silva)

Cuando suena la Banda (en recuerdo de Clemente Silva)

Felipe Lorenzana, historiador, cronista oficial y excomponente de la Banda Municipal rinde homenaje a uno de los principales artífices de esta agrupación musical

f. l. p.

Lunes, 3 de octubre 2016, 16:43

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El pasado mes de agosto nos dejó de forma injusta y precipitada Clemente, tan apreciado por todo aquel que haya tenido la suerte de coincidir con él en su trabajo o en sus aficiones. Una de ellas era la música, y quien suscribe este modesto recuerdo, tras compartir muchas horas revisando papeles y muchos kilómetros acompañando a la Banda, da fe de lo mucho que ésta le debe. Bien le hubiera gustado al bueno de Clemente ser músico, como lo fue su padre, o como lo es su hijo Carlos, que además es el presidente de la agrupación, pero en su juventud este pueblo era tan pobre que no tenía ni banda.

Tras décadas de silencio y plomo, comenzó a recuperarse la música en el otoño de 1984, siendo alcalde José Antonio Estrada y concejal delegado Joaquín Acuña; se fijaron los cimientos de una Escuela Municipal de Música que comenzó su andadura con ochenta y cuatro alumnos y un heroico profesor que cobraba cincuenta mil pesetas al mes, a quien pronto le ayudaría Lucas Valverde. Decía entonces el alcalde que el objetivo era ofrecer al ciudadano la posibilidad de realizar estudios musicales, contribuyendo con ello a eliminar desigualdades de oportunidad por razones geográficas y de otra índole. En 1992 se introducen en la Escuela las enseñanzas de instrumentos de viento y percusión y es nombrado director Pedro García Moreno, que será quien dirija a la Banda en su resurrección en 1997. Le sucede en 2001 Benjamín Barrado, su actual director, quien algún día será canonizado por el milagro de obtener petróleo de la nada, pues en su momento logró convertir en músicos a individuos que, bien por su impericia (caso de un servidor), bien por su comportamiento en los ensayos (no hay espacio suficiente para dar nombres) hubieran acabado estrangulados con saña por cualquier otro director.

Como Benjamín ya tenía bastante en su tarea de desbastar artistas y el Ayuntamiento pasaba un poco del tema, se creó en 2004 una Asociación con el objetivo de mejorar el funcionamiento de la Banda, ocupándose de todas las gestiones. Como era de esperar, fuimos los menos jóvenes los encargados de la tarea, y ahí estuvo desde el principio Clemente, además de Juli Manchón y Manolo Rey. Le tocó la tesorería, pero también otras muchas cosas que no figuran en los estatutos ni en el reglamento de régimen interior.

De hecho, cuando suena la Banda, el público suele atribuir sus aciertos o imperfecciones a la destreza de los músicos y de su director, como es evidente. Los más avezados concluirán que el resultado depende también de lo mucho o poco que se aprovechen los ensayos. Pero pocos sabrán que la música no profesional necesita también de gente dispuesta a todo a cambio de nada: desde localizar partituras hasta contratar autobuses, desde gestionar el archivo hasta colocar las sillas para la actuación, desde firmar contratos hasta recoger en sus casas, e incluso levantar de la cama, a los músicos más perezosos, pasando por hacer bocatas y enfriar latas para los desplazamientos. Y cuando se llevan cinco horas de procesión, cualquier músico sabe lo mucho que se agradece que un acompañante te arregle la maldita linterna o te acerque una botella de agua. En todos esos sitios estaba Clemente y por eso le queríamos tanto. Gracias. Descansa en paz y que la música te acompañe siempre.

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